martes, 2 de octubre de 2012

Una buena vía diseñada para escalar indoor es casi tan difícil como encontrar un problema perfecto en la naturaleza y darle forma. En la roca natural, el problema casi siempre estaba allí antes, lo imaginamos, y después lo proponemos: los agarres y la posibilidad están ya dados, y la intervención propia debe ser tan leve como sea posible. Diseñar una ruta indoor, en una sala, para una competición, entrenamiento o sencillamente para que las personas que la intenten disfruten requiere imaginar el material a usar -presas-, elegir el emplazamiento de éstas, su orientación y los movimientos que deseamos que hagan los escaladores. A diferencia de la roca natural, no hay cantos escondidos, no queremos que sea eliminatoria por estatura ni con cantos lesivos, y, en su breve vida, el problema que creemos va a cambiar poco en la manera de resolverse y en su cotación.

Route setting en The Climb
En una pared de escalada se puede jugar con el factor de la continuidad, o de los chapajes más o menos difíciles, e incluso con las formas y adherencias de algunos muros. A la hora de crear un búlder el material es más exiguo: si se desea crear un problema de 6b, la primera limitación es la altura: una sala de búlder con un muro de más de cinco metros es sencillamente peligrosa. Tampoco se puede jugar con el “crux” o paso clave: puede haber un movimiento más difícil, pero en una propuesta de 6 a 12 movimientos no puede ser decisivo. Las caídas descontroladas o en posturas potencialmente lesivas es el primer factor a evitar. Y por supuesto, conseguir la dificultad perseguida sin crear pasos morfológicos (que requieran una determinada estatura, longitud de brazos y hasta grosor de dedos), se convierte en un reto creativo. Cuando se consigue un bloque de verdadera calidad, podemos decir que nos encontramos ante algo más que artesanía; roza la creación artística.


¿Cómo se crea una buena vía o bloque en un panel?
Una vez que se sabe que tipo de vía se quiere crear, qué proposito tiene y que movimientos va a exigir, p.ej. una recreación de un bloque conocido, y elegidas y limpias las presas, llega el momento de emplazarlas en la estructura: una escalera es el mejor alíado para no tener que probar las secuencias una y otra vez, y terminar la propuesta lo más homogénea posible. Insistir sobre la seguridad: quizá obligar a un talonamiento difícil justo antes del top a casi cinco metros no es una buena idea. En este sentido, hay que apelar también a la responsabilidad de los escaladores: probar siempre las vías en su límite con porteros y destrepar ante un paso muy dudoso es algo que deben tener muy claro los escaladores que acuden a las salas. Aunque los cantos para pie pueden ser los mismos que para las manos, más algún canto pequeño atornillado donde apoyar el pie de gato, poner alguno que sirva para alternativa para los escaladores menos altos sirve para que las vías no sean eliminatorias.

A partir de aquí entra en juego la experiencia y la creatividad del route setter: la vía debe ser variada, con movimientos naturales en los que los cantos se encuentren en el lugar al que de forma natural van pies y manos tras un moviemiento determinado. Para conseguir que el escalador sienta que fluye en una forma satisfactoria, que ha creado una suerte de movimiento artśitico, es interesante no equipar nunca solo: la ayuda de un compañero es muy importante.
¿Qué hay que evitar para conseguir un buen bloque?
Lo principal a evitar es que el bloque sea lesivo: regletas dañinas para las articulaciones, lanzamientos desesperados en posiciones poco naturales o la repetición del mismo tipo de reclutamiento varias veces consecutivas, que sobrecargará por ejemplo los tendones de la mano nunca es buena idea, por más que sea una manera de incrementar la dificultad. Una vía indoor que produce lesionados no es una buena vía. Tampoco lo es si los movimientos son muy evidentes, y la sensación del escalador es la de ascender por una escalera con cantos más o menos grandes. El aburrimiento en una vía es uno de sus peores enemigos en la creación de las mismas.

Un crux o movimiento clave muy duro, acompañado de pasos mucho más sencillos no tiene sentido en búlder: si hay un paso más duro, debe ser poca la diferencia con el resto. Quizá sea un paso que requiera imaginación, pero no eliminatorio. Por supuesto, cantos demasiado morfológicos o lejanos, crean bloques que pueden ser imposibles para algunos escaladores, incluso con lanzamientos: en un gimnasio de escalada, esta forma de incrementar la dificultad no es deseable. Si se desea crear un lanzamiento a una presa lejana, un pequeño canto de pie puede ser el mejor aliado para un bloque satisfactorio para todo el que lo pruebe.
Y a partir de aquí, dejar fluir el sentido artístico de cada equipador o route setter.

Cada uno deja su firma, y los mejores serán aquellos que crean problemas que nos hacen irnos a casa con una sonrisa y recordando nuestras actuaciones en movimientos perfectos. Y que nos hacen desear recuperarnos para volver a probar la propuesta lo antes posible: un ejercicio, un deporte pero también un placer.